Por este motivo cobra especial importancia informarnos acerca de qué es una dieta sana y equilibrada y huir de los productos y dietas milagro que, a costa de nuestra salud y nuestro bolsillo, prometen cosas imposibles.
Es por tanto recomendable que acudamos a personal especializado, puesto que un “régimen” consiste en algo más que en un simple papel con comidas y cantidades que olvidaremos cuando acabemos, o peor aún abandonemos la dieta.
Algunos mitos y errores en las dietas son:
- Dietas que excluyen un grupo de alimentos: las más famosas son las hiperproteicas como la Dukan que restringen el consumo de hidratos de carbono (arroz, pasta, pan...)
- Dietas monoalimento: aquellas que solo permiten comer un único alimento o muy pocos alimentos. Ej. dieta de la piña
- Ayunos, curas y dietas muy hipocalóricas: no tiene sentido privar al cuerpo de golpe de los nutrientes esenciales, no compensa en absoluto el esfuerzo invertido con lapérdida de grasa, y el efecto rebote está más que garantizado
- Dietas disociadas y sin fundamento: no existe ningún fundamento científico que demuestre que el hecho de juntar determinados alimentos en una misma comida engorde o adelgace. Ejemplo de estas dietas son todas las dietas disociadas y aquellas que tampoco tienen fundamento como puede ser la del grupo sanguíneo o la dieta paleolítica.
- Productos: para llevar a cabo un plan nutricional NO es precisa la toma de productos, batidos, barritas... De hecho, lo que se pretende es enseñar al paciente cómo alimentarse adecuadamente según sus necesidades no obligarle a comprar un determinado producto.
- Otras: existen otras dietas o sistemas como la dieta de la sonda o el test de alimentos o de Alcat que además de ser de coste elevado pueden suponer un perjuicio para la salud.
Con lo cual aconsejamos un plan nutricional que incluya una dieta sana y equilibrada, motivación y educación nutricional para la adquisición de hábitos progresivamente para así evitar el “efecto rebote”. Es también imprescindible que la dieta sea PERSONALIZADA a las características y necesidades del paciente; que no difiera mucho, en lo posible, de sus costumbres, en la que se pueda comer de todo cuidando las cantidades y que no nos impida hacer vida social.
Y recuerda, lo importante no es un alimento o una comida en sí, sino el equilibrio del conjunto.
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