lunes, 17 de junio de 2013

WHIPLASH, CERVICALGIAS AGUDAS TRAUMÁTICAS

     Según Harakal y Macnab, el whiplash se define como una experiencia traumática de corto periodo de tiempo en la cúal se produce un excesivo movimiento articular en dos direcciones,  superando los límites fisiológicos y anatómicos, debido a un cambio brusco en la inercia donde los vectores de fuerzas afectan a los sistemas integrales del cuerpo. Es decir, el whiplash o latigazo, que generalmente se produce en accidentes de tráfico o por golpes directos en la cabeza, “sorprende” a nuestros sistemas corporales por su gran velocidad y corto plazo de tiempo en el que se sucede, de manera que, se pueden producir lesiones articulares, musculares, ligamentosas, etc... dependiendo de las características del accidente y de la capacidad de adaptación del paciente para absorver esas tensiones. Cuando la intensidad de la agresión sobrepasa nuestra capacidad de neutralizar el estrés del choque, éste se instala de forma duradera, perturbando el conjunto de las funciones del cuerpo. Puede ser un choque anterior, posterior o lateral.

Tras el latigazo cervical, el médico tiene que descartar que se haya producido alguna fractura, generalmente cervical. El movimiento brusco de hiperextensión-hiperflexión que se produce en el cuello tras el accidente, puede haber provocado alguna lesión vertebral: fracturas por compresión-aplastamiento de la parte anterior o posterior del cuerpo vertebral. Según el grado de la fractura, los signos y síntomas son variados: disminución de la amplitud articular, dolor constante, ausencia o no de signos neurológicos, lesión discal, inestabilidad por lesión ligamentosa, fracturas de carillas articulares, luxación-desplazamiento del cuerpo vertebral.

El grado de seriedad del whiplash depende del grado de lesión:
GRADO 1. Mínimo, ausencia de limitación de movimiento, no existe lesión ligamentosa y/o neurológica.
GRADO 2. Ligero, restricción de movilidad, ausencia de lesión ligamentosa y/o neurológica.
GRADO 3. Moderado, restricción de movimiento, lesión ligamentosa, lesión neurológica periférica posible.
GRADO 4. De moderado a serio, restricción importante de movilidad. Inestabilidad ligamentosa, trastornos neurológicos, fractura o lesión discal.
GRADO 5. Serio. Necesidad de una estabilización quirúrgica.
En los primeros 8-10 días se produce la fase aguda (inflamatoria). La segunda fase, subaguda, es una fase de reparación de los tejidos dañados y dura hasta 14 semanas. Desde la semana 14 hasta los 12 meses se produce la fase de remodelación (etapa 3). La etapa 4 se produce cuando el dolor se cronifica y se hace permanente.
En el whiplash, no sólo se producen daños a nivel cervical, aunque sí es una de las zonas que más sufren. Todo el mecanismo craneosacro está perturbado con repercusiones sobre los ejes nerviosos, vasculares, endocrinos, viscerales y psíquicos. Cuando se produce un choque antero-posterior, la columna vertebral y el sacro son traccionados hacia arriba por la fuerza del impacto, mientras que los ilíacos son mantenidos por el cinturón de seguridad.
En un segundo tiempo, el sacro se desplaza hacia abajo con fuerza y se encastra como una cuña entre los ilíacos, generalmente en estado de extensión craneosacra, es decir, base anterior. A nivel cervical, la exagerada extensión cervical que se produce tras el impacto impone una extensión biomecánica de occipucio con respecto a la primera vértebra cervical (lo que supone una flexión craneosacra) y un encastramiento de éste entre los temporales, que son arrastrados hacia la extensión craneosacra. Además, se produce también una compresión de la articulación entre esfenoides y occipucio. De esta forma, se favorece el cierre de los agujeros rasgados posteriores, lo que puede irritar los nervios glosofaríngeo, neumogástrico y espinal, la vena yugaular y el drenaje venoso craneal.  El factor más perturbador es la pérdida del sincronismo de flexión-extensión entre sacro y occipucio.

Cuando el choque que se sucede es lateral, el apoyo de los pies sobre los pedales produce una torsión de la pelvis. Las lesiones vertebrales están en convexidad del lado del choque , lo que impone en el sacro un movimiento de descenso del mismo lado y, a  la vez, una bajada del occipucio a través de la tracción sobre la duramadre, que es inextensible. Se instala un desequilibrio de todas las vértebras en relación a las líneas de gravedad. La sincondrosis esfenobasilar presenta una disfunción de rotación-lateroflexión en la concavidad.

Los signos clínicos que acompañan al whiplash craneosacro son: tortícolis, jaquecas, neuralgia cervicobraquial, parestesias, mareos, vértigos, vómitos, zumbidos, pérdida parcial de audición, dolores en los ojos, depresión, insomnio, agresividad, trastornos de la memoria y del carácter....
En conclusión, tras un whiplash y su posterior periodo de inmovilización para la cicatrización de los tejidos, empieza el tratamiento de recuperación mediante la osteopatía, que irá devolviendo a la normalidad las estructuras lesionadas o que todavía mantienen alguna tensión. No es suficiente con la inmovilización, aunque ya no exista dolor,  si lo que se quiere es realizar una rehabilitación completa y eliminar tensiones que, a la larga, se pueden manifestar como dolores o sintomatología como la que hemos nombrado anteriormente. Es necesario recuperar todo el cuerpo, ya que es todo el cuerpo el que sufre el whiplash.

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