Hace unas semanas estuvimos
hablando del disco intervertebral. Comentamos que era la estructura que más
veces es responsable de las lumbalgias que acuden a nuestra consulta. El disco
no recibe inervación sensitiva, “no siente”, por lo tanto, su degeneración es
indolora hasta que presiona contra alguna estructura sensible de la proximidad.
Nuestra vida sedentaria no ayuda a que el disco pueda nutrirse para
“recuperarse” del estrés mecánico al que lo sometemos: malas posturas
mantenidas someten a una presión muy importante al disco acelerando su
desgaste. Realizar la mayoría de actividades diarias hacia la flexión de tronco
también sobrecarga al disco.
¿Cómo podemos evitar esta
degeneración acelerada del disco o/y el
dolor lumbar causado por éste?
El problema tiene solución, pero
requiere de concienciación del mismo por parte del paciente y algo de
disciplina en la realización de algunos ejercicios y pautas básicos.
El dolor lumbar es uno de los
dolores más comunes en el ser humano, de tal manera que prácticamente todo el
mundo lo ha sufrido alguna vez. Las causas son múltiples y nos centraremos en
los problemas mecánicos que implican al disco intervertebral de alguna manera u
otra y que son un alto porcentaje.
La pérdida de la curvatura lumbar
(lordosis) es, dentro de los problemas mecánicos, la principal responsable del
dolor lumbar. El paciente va perdiendo la curvatura poco a poco, con su vida
diaria, siempre haciendo movimientos hacia delante y en posición sentada, los
músculos posteriores que tienen que estar fuertes para proteger la curva
normal, se van debilitando y por tanto no realizando su función correctamente.
Los ligamentos sufren y se van provocando espasmos musculares que provocan un
desequilibrio entre la parte anterior y posterior de la espalda. Todo esto
alimenta el ciclo de desgaste del disco. Se han de realizar ejercicios hacia el
movimiento de extensión, es decir, el de inclinarse hacia detrás desde las
lumbares. Por ejemplo, el simple hecho de levantarse de la silla del trabajo
cada hora y, poniéndose las manos sobre la pelvis tirando los brazos atrás y
con las palmas hacia arriba, hacer 20-30 rebotes hacia detrás, metiendo las
lumbares para delante y mirando ligeramente hacia arriba, es suficiente para
relajar la musculatura y ligamentos un poco y descargar de compresión al disco
por un rato. Otro ejercicio muy recomendable es tumbarse en el suelo boca
abajo, con los codos, antebrazos y manos apoyados en el suelo, de manera que se
levante la parte superior del tronco y tengamos la cabeza erguida. El paciente
tiene que relajar la zona lumbar y “dejarse caer”. La postura se mantiene
durante 5-10 minutos. Puede molestar un poco al principio si el disco está
bastante dañado, pero a los minutos el dolor se alivia. Si persiste el dolor en
prono, es muy probable que el problema no sea el disco intervertebral.
Por supuesto, si el paciente
trabaja sentado, tiene que mantener una postura lo más correcta posible,
corrigiéndola cada vez que se despiste y la gravedad le venza. Esta postura
consiste básicamente en sentarse sobre los isquiones (la parte inferior de la
pelvis que contacta con el asiento) manteniendo el peso sobre ellos y la
espalda en posición de lordosis mantenida, contrayendo la musculatura
paravertebral. Esto cansa. Nadie dijo que la postura correcta fuera cómoda,
pero esto es necesario para mantener la salud de una columna lumbar. El cuerpo
debe estar bien pegado a la mesa de manera que se manipulen los objetos de
trabajo con las manos pero teniendo los codos apoyados totalmente en la mesa.
Si se trabaja con ordenador, el teclado debe estar más hacia el interior de la
mesa y la pantalla a la altura de los ojos.
Estos ejercicios son preventivos
y forman parte de la rehabilitación del paciente. El ejercicio físico siempre
está recomendado (siempre y cuando el dolor o las molestias lo permitan) y es
correcto hacer las clásicas lumbares como ejercicio potenciador de la
musculatura posterior.
Tanto si hay dolor como si no, el
tratamiento osteopático está indicado. Éste consiste en recuperar la movilidad
de las articulaciones, relajar los espasmos musculares y recuperar el
equilibrio del sistema neurovegetativo. Si existe ciática, es imperativo el
tratamiento. La mayoría de operaciones quirúrgicas se pueden evitar (excepto en
casos graves como compresiones importantes de la cola de caballo de la médula
que provoquen pérdida del control de los esfínteres o pérdidas motoras totales
de la noche a la mañana) a pesar que el dolor sea intensísimo. Es necesario un
diagnóstico íntegro y completo para que el tratamiento sea efectivo y en poco
tiempo la sintomatología disminuya de forma importante. Entonces el paciente ya
no piensa en operarse.
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