lunes, 24 de marzo de 2014

EL DISCO INTERVERTEBRAL II





Hace unas semanas estuvimos hablando del disco intervertebral. Comentamos que era la estructura que más veces es responsable de las lumbalgias que acuden a nuestra consulta. El disco no recibe inervación sensitiva, “no siente”, por lo tanto, su degeneración es indolora hasta que presiona contra alguna estructura sensible de la proximidad. Nuestra vida sedentaria no ayuda a que el disco pueda nutrirse para “recuperarse” del estrés mecánico al que lo sometemos: malas posturas mantenidas someten a una presión muy importante al disco acelerando su desgaste. Realizar la mayoría de actividades diarias hacia la flexión de tronco también sobrecarga al disco.
¿Cómo podemos evitar esta degeneración acelerada del disco o/y  el dolor lumbar causado por éste?
El problema tiene solución, pero requiere de concienciación del mismo por parte del paciente y algo de disciplina en la realización de algunos ejercicios y pautas básicos.
El dolor lumbar es uno de los dolores más comunes en el ser humano, de tal manera que prácticamente todo el mundo lo ha sufrido alguna vez. Las causas son múltiples y nos centraremos en los problemas mecánicos que implican al disco intervertebral de alguna manera u otra y que son un alto porcentaje.

La pérdida de la curvatura lumbar (lordosis) es, dentro de los problemas mecánicos, la principal responsable del dolor lumbar. El paciente va perdiendo la curvatura poco a poco, con su vida diaria, siempre haciendo movimientos hacia delante y en posición sentada, los músculos posteriores que tienen que estar fuertes para proteger la curva normal, se van debilitando y por tanto no realizando su función correctamente. Los ligamentos sufren y se van provocando espasmos musculares que provocan un desequilibrio entre la parte anterior y posterior de la espalda. Todo esto alimenta el ciclo de desgaste del disco. Se han de realizar ejercicios hacia el movimiento de extensión, es decir, el de inclinarse hacia detrás desde las lumbares. Por ejemplo, el simple hecho de levantarse de la silla del trabajo cada hora y, poniéndose las manos sobre la pelvis tirando los brazos atrás y con las palmas hacia arriba, hacer 20-30 rebotes hacia detrás, metiendo las lumbares para delante y mirando ligeramente hacia arriba, es suficiente para relajar la musculatura y ligamentos un poco y descargar de compresión al disco por un rato. Otro ejercicio muy recomendable es tumbarse en el suelo boca abajo, con los codos, antebrazos y manos apoyados en el suelo, de manera que se levante la parte superior del tronco y tengamos la cabeza erguida. El paciente tiene que relajar la zona lumbar y “dejarse caer”. La postura se mantiene durante 5-10 minutos. Puede molestar un poco al principio si el disco está bastante dañado, pero a los minutos el dolor se alivia. Si persiste el dolor en prono, es muy probable que el problema no sea el disco intervertebral.
Por supuesto, si el paciente trabaja sentado, tiene que mantener una postura lo más correcta posible, corrigiéndola cada vez que se despiste y la gravedad le venza. Esta postura consiste básicamente en sentarse sobre los isquiones (la parte inferior de la pelvis que contacta con el asiento) manteniendo el peso sobre ellos y la espalda en posición de lordosis mantenida, contrayendo la musculatura paravertebral. Esto cansa. Nadie dijo que la postura correcta fuera cómoda, pero esto es necesario para mantener la salud de una columna lumbar. El cuerpo debe estar bien pegado a la mesa de manera que se manipulen los objetos de trabajo con las manos pero teniendo los codos apoyados totalmente en la mesa. Si se trabaja con ordenador, el teclado debe estar más hacia el interior de la mesa y la pantalla a la altura de los ojos.
Estos ejercicios son preventivos y forman parte de la rehabilitación del paciente. El ejercicio físico siempre está recomendado (siempre y cuando el dolor o las molestias lo permitan) y es correcto hacer las clásicas lumbares como ejercicio potenciador de la musculatura posterior.

Tanto si hay dolor como si no, el tratamiento osteopático está indicado. Éste consiste en recuperar la movilidad de las articulaciones, relajar los espasmos musculares y recuperar el equilibrio del sistema neurovegetativo. Si existe ciática, es imperativo el tratamiento. La mayoría de operaciones quirúrgicas se pueden evitar (excepto en casos graves como compresiones importantes de la cola de caballo de la médula que provoquen pérdida del control de los esfínteres o pérdidas motoras totales de la noche a la mañana) a pesar que el dolor sea intensísimo. Es necesario un diagnóstico íntegro y completo para que el tratamiento sea efectivo y en poco tiempo la sintomatología disminuya de forma importante. Entonces el paciente ya no piensa en operarse.

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